Durante la administración del Presidente Juan Antonio Ríos
Morales se instituyó en Chile que, a contar del 21 de
septiembre de 1942, ese día sería conmemorado como “El Día de
la Radio”, fecha en que todas las emisoras de la República
silenciarían sus transmisiones por 24 horas.
El día de descanso para los trabajadores radiales se
introdujo, considerando que ellos laboraban en forma
ininterrumpida los 365 días del año, incluyendo fiestas
emblemáticas como: Semana Santa, Día Internacional del
Trabajo, Día de las Glorias Navales, Independencia de Chile,
Día de las Glorias del Ejército, Día de Todos los Santos,
Navidad, Año Nuevo, entre otras.
Después de casi medio siglo, durante el gobierno del
Presidente Patricio Aylwin Azócar, se declaró por Decreto
Supremo de 1991, el 21 de septiembre como el «Día Nacional
del Trabajador de la Radiodifusión Sonora».
Un estudio efectuado por la Secretaría de Comunicación y
Cultura, señaló en 1996, que entre los años 1990 a 1995 el
número de emisoras había aumentado en un 122 por ciento,
pasando de 326 a 723. Este crecimiento se concentró en las
emisoras de frecuencia modulada, las cuales aumentaron en un
304 por ciento, donde de 152 estaciones se pasó a 614.
Luego de 58 años de instituido el “Día de la Radio” y sólo
nueve años de “El Día Nacional del Trabajador de la
Radiodifusión Sonora”, ambas fechas el 21 de septiembre, la
Asociación de Radiodifusores de Chile (Archi), decidió
terminar con el cese de transmisiones para ese día, en el año
2000.
Entre los argumentos esgrimidos por el Consejo de la Archi,
para adoptar dicha resolución, fue que al no estar
funcionando las radios asociadas al organismo en dicho día,
muchas emisoras “piratas” aprovechaban la ocasión para salir
al aire, no respetando las leyes que regulaban el sistema de
radiodifusión.
En todo caso la Archi estipuló que las radios asociadas
deberán decidir si transmiten su programación habitual, no
siendo sancionadas por este organismo como ocurría
anteriormente, dejando en claro que si bien, se terminó con
la interrupción de la transmisión radial, se continuará
celebrando todos los 21 de septiembre, el Día de la Radio y
el Día del Trabajador Radial.
Cabe recordar que la primera transmisión radiofónica en
nuestro país se realizó el 19 de agosto de 1922, desde la
Universidad de Chile, convirtiéndose Chile en el tercer país
de América en conocer la radiodifusión, siendo el primero
Estados Unidos y el segundo Argentina. En Europa ya existían
siete radioemisoras.
Los primeros santiaguinos en adquirir radios fueron Francisco
de Borja Echeverría, Patricio Valdivieso y Carlos Wassen,
mientras que el honor de ser el primer locutor chileno recayó
en Alfredo Figueroa Arrieta. También se deben mencionar a la
Relojería Suiza de Carlos Fath y la Botica Francia, de Gastón
Goyeneche, que fueron los dos primeros avisadores de la
radiodifusión chilena.
Sólo diez años después de la primera transmisión radial, fue
tal la importancia dada por los gobernantes a las emisoras
que el Comodoro del Aire Marmaduque Grove Vallejos, tras el
golpe militar del 4 de junio de 1932 y la instauración de la
efímera República Socialista, llamada de los 100 días, hizo
instalar una emisora en La Moneda.
Anteriormente, Arturo Alessandri Palma, el 21 de mayo de 1923
fue el primer mandatario que leyó su mensaje presidencial por
radio, y diez años más tarde, en 1933, transmitió un mensaje
a toda América, también a través de este medio de
comunicación.
Cabe consignar que la radio Universidad Federico Santa María.
fundada el 7 de abril de 1937, se convirtió en la emisora
universitaria más antigua de América Latina.
La radio en Chile, tras el impacto que causó la aparición y
masificación de la televisión, logró adecuarse al nuevo
mercado que debió enfrentar, pues su magia está a través del
sonido y la compañía que le ofrece a sus fieles auditores.
En el aspecto social, la radio ha salvado muchas vidas, se ha
unido en campañas de ayuda de distinta índole, ha sido el
medio de comunicación frente a las catástrofes, además de
entretener suministrando programas musicales, deportivos,
entre otros. Y en medio de su inestabilidad, los empleados
siguen trabajando más que todo por vocación.