No hay caso… cuando menos se piensa y donde menos se espera,
surgen los «errores no forzados», esos perversos tropezones
políticos que nadie se explica por qué ocurren, y que tanto
enmarañan la paz social y la solución de los verdaderos
problemas de nuestra realidad…
Esta semana el tema fue la destrucción de «la memoria» de la
cámara que llevaban los carabineros en el controvertido
operativo en la reducción de Temucuicui (IX Región) y, como
si eso fuera poco, a escasas horas trascendió, en un medio
sensacionalista, lo dicho por el Jefe del Ejército en una
reunión privada con miembros de su institución, y que alguien
maliciosamente grabó.
Después de varios comentarios, en su mayoría no muy positivos
(por ser generoso), uno de los parroquianos acotó: «nos está
lloviendo sobre mojado…» para dar a entender que, si la cosa
estaba mal, ahora se había puesto peor.
Se discutió latamente sobre los pormenores de ambos casos;
nadie pudo explicar ni menos explicarse lo sucedido. Agotado
el morbo de los «pequeños – grandes detalles», el
razonamiento se enfocó en el camino que se debía seguir para
sortear esta crisis que estaba enredando en demasía al
gobierno, y que amenazaba con “araucanizar” su gestión e
invalidar a las instituciones claves de nuestra sociedad…
situación que uno de los presentes calificó como «la caída de
los gigantes…» haciendo una sutil analogía con el título del
libro homónimo de Ken Follett, señalando: «cae la iglesia,
cae carabineros, cae el ejército, caen los partidos
políticos, caen el orden, la autoridad y el derecho… Para qué
sigo…».
Los diagnósticos no fueron coincidentes. Para unos la
cuestión de la Araucanía era «delincuencia desenfrenada», la
que debía ser tratada en esa condición y que constituía un
error subirla a la categoría de terrorismo porque eran solo
eso “delincuentes”, de los cuales se aprovechaba una caterva
de ONG´s para obtener recursos y amenazar políticamente al
gobierno; en suma, para este grupo se trataba sólo de
facinerosos a quienes lo único que interesaba era el dinero.
Los más radicales defendieron la tesis de que estábamos en
presencia de un «terrorismo peligroso», dirigido por
cabecillas entrenados política y militarmente en el
extranjero, que además eran apoyados por organizaciones
internacionales cuya bandera era la causa separatista y
rebelde del indigenismo a ultranza. Amenaza que debía ser
enfrentada con decisión y coraje… sin mostrar ni un dejo de
debilidad.
Un tercer grupo autodefinido como «más realista» sostuvo que
el tema tenía una arista, emocional y política, difícil de
abordar, pues mostraba un importante apoyo comunicacional que
había sensibilizado a la opinión pública con la causa
indigenista. Estos contertulios sostuvieron que los esfuerzos
desarrollados por iniciativa del actual gobierno eran de
largo plazo y además no contaban con una contraparte
representativa, por lo que el tema no tendría solución
mientras no apareciera una interlocución valida y habilitada…
Mientras eso no ocurriera el gobierno seguiría dando palos de
ciegos… porque los rebeldes… no daban la cara.
Todo terminó cuando uno de los contertulios remató… «hay que
desenmascarar a estos violentistas que no tienen la estatura
de los antiguos loncos… éstos son traicioneros y alevosos,
como todo cobarde «tiran la piedra y esconden la mano»,… los
verdaderos loncos, los de verdad, siempre dieron la cara…
estos son ratones de cola pelada…».
CRISTIAN LABBE GALILEA