El impacto socioeconómico de la enfermedad COVID-19 ha sido y será complejo. Hoy nos encontramos resistiendo esos impactos en Salud Mental, y lo hacemos con nuestras emociones y cogniciones ¿Cuáles son algunas de esas cogniciones y emociones que nos pueden hacer sufrir con mayor intensidad el desempleo? Específicamente en esta ocasión, y a partir de las experiencias investigativas, les alerto de una prioridad: creencias y expectativas asociadas a masculinidad, a una forma de ser hombre.
“El hombre debe ser de carácter fuerte todo el tiempo, y por lo tanto no debe mostrarse sensible emocionalmente”, “debe ser el máximo responsable de proveer estabilidad económica y seguridad a su familia”, y justamente por eso “no está bien que pida ayuda emocional” ¿Los posibles resultados de estas creencias y expectativas? La vergüenza de pedir ayuda, el sentir que la emoción displacentera es “normal”, o incluso, que es “mi castigo por no poder haberlo hecho como se esperaba de mí”.
¿Qué podemos hacer? La respuesta social necesita de diferentes niveles que implican la sensibilidad de los programas comunitarios de atención en salud integral, los Medios de Comunicación de Masas, y también, las rutinas de socialización en colegios y familias. Hay algo para decir y organizar ahora mismo:
- Sentirte triste, avergonzado o temeroso es tu derecho.
- Lo que te hace fuerte es asumir tu emocionalidad, y sobre todo, compartirla con personas de tu confianza, con tus propias certezas y tus dudas, porque la incertidumbre también merece la pena ser puesta afuera.
- Decir “no lo sé” “no puedo” te hace honesto, y en medio de la incertidumbre te devuelve la confianza en tu propia capacidad de ser congruente, auténtico. La incertidumbre te abre la oportunidad de seguir siendo un estratega y un líder frente a los tuyos, porque el “no puedo” puede ir acompañado del “cómo le hacemos”.
- En la medida de tus posibilidades, explícale a los “otros” cuáles son tus formas de expresión emocional. Valen exactamente lo mismo que otras. Cuando lo hagas lograrás dos cosas. Ayudarás a otros a brindarte apoyo cuando lo necesites, y avanzar en el control consciente de ellas.
- Es muy importante que recuerdes que no existen las emociones escondidas. La emocionalidad siempre busca salir de alguna u otra forma, (mediante el pelo, la piel, el recuerdo, etc). Por eso, toma el control de esa ruta, a tu forma, con tus tiempos.
- Varias creencias asociadas al concepto de hombre se han construido a base de la productividad en la vida pública, remunerada con el salario. El salario es importante, pero recuerda que el trabajo doméstico es también trabajo, y sus remuneraciones son muchas. Recordemos también que esa revalorización del trabajo doméstico como fuente de autoestima, depende de saber “soltar”, de permitirnos dejar hacer.
- El apoyo como familia es clave. Debemos ensayar la sensibilidad a los diferentes canales de la comunicación. El canal de comunicación que utilizamos nosotros para expresar nuestra emocionalidad, no es necesariamente el que resulta cómodo para el otro. Debemos facilitar los medios para que la propia persona pueda reparar, en la medida de lo posible, el haber incomodado a otros. También podemos tomar la iniciativa, porque pedir disculpas y actuar en congruencia con ello, implica doblegar la resistencia, y ese es, comprensiblemente, un proceso difícil para algunas personas. Reforcemos y motivemos.
¡Cuando replanteamos ya estamos saliendo adelante!